Aprovechando el post anterior, vamos a hacer un repaso por las platos y recetas más tradicionales de la cocina pacense, porque seguro que más de uno se ha quedado con la duda de: «¿qué comeré si voy a una feria gastronómica en Badajoz?». Y si no es así, tampoco está de más recordar nuestras recetas más típicas y sabrosas, una manera de acercase un poco más a todas las virtudes de las que gozamos.
Como dijimos, en la provincia la matanza tiene una especial relevancia a la hora de llenas nuestras mesas con el producto estrella: el cerdo, y más concretamente, el cerdo ibérico. Los embutidos ibéricos siempre se encuentran en cualquier reunión o celebración, y por supuesto siempre son de la mejor calidad, gracias a las características del cerdo de la zona. El jamón, el rey de la mesa, pero también el salchichón, el lomo, el chorizo y el morcón pueden dar fe del valor de este producto típico. Hay que mencionar también la cachuela, una especie de paté que se hace con hígado y manteca de cerdo y se unta en tostadas; y la patatera, una morcilla que no contiene la sangre del cerdo sino sólo grasa porcina, y se realiza con patatas y pimentón de la Vera.
Por supuesto, aparte de los embutidos, no hay que olvidar todos los platos que pueden realizarse con la carne de cerdo. Se puede disfrutar de ella simplemente haciéndola a la plancha o a la brasa, usando piezas tales como la pluma, el solomillo y el secreto; pero también en salsa y en guisos, aunque son menos usuales por la cantidad de grasas que ya tienen estas carnes.
El cordero también forma parte de esta gastronomía, con platos como la caldereta y la chanfaina, esta última preparada con productos de casquería (incluso hay una localidad que celebra una fiesta dedicada a ella). La caza también está presente en muchas recetas típicas, y hay que hacer especial mención a la Perdices al modo de Alcántara, un plato famoso en el oeste de la provincia.
Las migas no pueden faltar en cualquier hogar extremeño; hay varias recetas para ellas, todas incluyendo por supuesto el pan duro y el ajo, aunque según la zona añade uno u otros ingredientes, dependiendo de los productos típicos que se recolecten allí. Y como postre señalaremos la Técula mécula, un dulce de nombre curioso que se prepara con manteca de cerdo, azúcar y almendras; desde luego, poco recomendable si antes te has pegado una buena comilona.